viernes, 10 de mayo de 2013


 me habían puesto monitores, suero, las palpitaciones bajaron precipitadamente, el bebé tenía el cordón umbilical con dos vueltas al cuello, cesárea de emergencia, morfina extra y aún no sé porque, casi me voy al otro lado, el caso que entre tanta confusión recuerdo imágenes cual fotografías del momento vivido,  por el efecto exagerado que tuvo en mi la epidural y la morfina estaba dormida hasta la lengua y no podía ni articular. Así que la primera imagen que tengo de mi hijo es en brazos del doctor  que me lo colocó al lado del rostro, él aún lleno de líquidos encima y color violeta.  No lo pude acariciar, no podía mover los brazos. 

De ahí en adelante mi vida cambió,  realmente no sabía lo que me esperaba. Esa primera noche no dormí por los efectos secundarios de la anestesia. Ni tampoco por los siguientes 3 años. Andrés siempre ha sido noctambulo y por mucho que lo obligaba a dormir despertaba promedio 10 veces en la noche, no, no exagero. 

Siempre he dicho que porque le tocó crecer en sets, estudios de grabación y butacas de teatro desarrolló tremendo carácter pero viéndolo en retrospectiva desde que nació ha sido un personaje.  Él es una persona complicada, compleja, difícil, pero también es la persona más sensitiva, madura, leal y amorosa.  Es un caballero que me ayuda y me apoya.

Siempre confundo el día de la madre con la celebración de su cumpleaños.  Quizá porque ha sido el mejor regalo que me ha dado la vida.  De mi hijo es de quien más he aprendido y de quien he recibido los mejores consejos. 

Sólo puedo decir con certeza que mi vida empezó, cuando Andrés nació.